El trauma colectivo puede entenderse como nuestra reacción frente a un acontecimiento o proceso catastrófico que desarticula el tejido fundamental y las estructuras básicas que nuestra sociedad ha creado para sostener su modo de vida.
Hay muchos tipos de catástrofes que pueden provocar un trauma colectivo. La pandemia de COVID-19, que el mundo está viviendo en estos intensos años desde el 2020, es un ejemplo; posiblemente el primero en el que el trauma colectivo impacta simultáneamente a todo el planeta. Nuestros sistemas de salud, los sistemas económicos, las cadenas de producción globales y locales, los sistemas de transporte, tanto locales como globales, los sistemas de educación, entre otros, se han visto gravemente perturbados, causando efectos en cadena en millones de individuos, familias y comunidades de todo el mundo.
Otros casos de trauma colectivo son las catástrofes naturales, como un huracán, un terremoto, o los incendios que han devastado recientemente a Australia y al oeste de los Estados Unidos; o bien, los impactos provocados por un proceso más largo, como una sequía o el calentamiento global. En todos ellos, sin embargo, los seres humanos tenemos la oportunidad de reafirmar nuestros vínculos, nuestra pertenencia como humanos, uniéndonos solidariamente para proteger nuestras comunidades y ayudar a los más afectados. El reto consiste en mantener el apoyo y la conexión una vez superada la fase aguda de la crisis.
Los eventos traumáticos colectivos más difíciles de sanar no son las catástrofes naturales, sino los procesos traumáticos colectivos generados por los seres humanos que someten o destruyen a otros seres humanos. Las guerras, la esclavitud, el colonialismo, el racismo, la represión política, entre una multiplicidad de otras formas de deshumanización, en las que un grupo de personas utiliza sin permiso, abusa y en el peor de los casos, aniquila a otras, desactivan el uso de la solidaridad como recurso y dejan profundas huellas en la psique colectiva de las personas implicadas, tanto víctimas como perpetradores. Esto, si no se resuelve y no se aborda, sigue resurgiendo en generaciones y tiempos posteriores.
La curación de estos inmensos impactos requiere que distingamos un nivel colectivo de nuestra identidad y existencia, y puede abordarse de forma más fructífera colectivamente. Se necesita un alto nivel de coherencia de campo en el grupo que emprende tal esfuerzo, así como un alto nivel de madurez emocional y capacidad para acoger el malestar e incluso las emociones perturbadoras. Un alto nivel de compasión y de comprensión y sensibilidad hacia la energía corporal sutil y sus movimientos son también recursos muy importantes, así como un alto nivel de práctica espiritual.
Este tipo de temas se puede abordar en terapia individual, sin duda, y tener unos alcances significativos en el proceso de sanación. Sin embargo, hay dimensiones de la psique humana, que no sanan más que en colectivo, porque fueron heridas en relación con un colectivo. Por ello también es importante iniciar el proceso de sanación en lo individual, para que, una vez que las dimensiones relacionales a nivel personal se fortalecen, las personas puedan acceder a procesos de sanación en grupos pequeños y luego en grupos más grandes.
La sanación colectiva del trauma es una práctica que debe llevarse a cabo con mucho cuidado y puede ser muy demandante para los participantes, pero los resultados en términos de crecimiento y salud para aquellos que se comprometen con ella pueden ser invaluables.
Por Dra. Laura Calderón de la Barca
Terapia para México/Serranía Counseling Center
Si te interesa saber más, te invito a que me contactes: [email protected]
www.terapiaparamexico.mx/english
México cel: +52 1 (55) 4731 8310 | +52 (55) 63950922
Skype: lauracbs